Parece ser, que las personas de este país empiezan a moverse. Estamos viviendo unos momentos de gran agitación popular (o esto es lo que parece) tras años de letargo colectivo, donde la falsa paz social reinaba desde la supuesta transición democrática española.
Incluso con toda esta agitación social, parece que la “Spanish revolution” tiene dificultades para emprender el vuelo o como mínimo, para definirse. A nuestro parecer, es difícil (que no imposible) que toda una generación de personas que han vivido bajo las manipulaciones políticas, económicas y educacionales del sistema capitalista, se levanten ahora con una idea clara de cuál es el objetivo del movimiento.
Desde “palabras libertarias” alabamos la actuación de todas las personas que participan en este movimiento de denuncia política con aires de cambio de esta democracia representativa tan rancia que sólo representa a ricos y poderosos. Pero analizando las propuestas hechas y sobretodo, la voz de las personas que se expresan libremente en centenares de videos en internet y entrevistas televisivas, ponemos en duda que tengan una idea clara y unitaria de hacia dónde quiere ir.
Es evidente, pero, que trasladar todo el malestar a un debate público en forma de asambleas populares a pie de calle, es un gran paso para un país que no ha podido digerir cuarenta años de dictadura franquista, la pérdida de toda una generación aniquilada y silenciada por un régimen totalitario, después de una transición democrática totalmente manipulada y un referéndum de aprobación de la Constitución Española promovido desde el miedo al retorno a tiempos de represión y dureza de la dictadura.
En este sentido, la orquestación de la actual monarquía constitucional
han sido un manojo de maniobras políticas dudosas con el fin de instaurar el actual sistema y su refinamiento. Durante muchos años nos hemos creído (o han intentado que creamos) que vivíamos en una plena democracia, conseguida desde la libertad y el consenso social.
Pero tras la actuación de los Mossos d’Esquadra el pasado viernes veinte de mayo, ya nadie puede pensar que vivimos en una democracia. Estos hechos, sumados a muchos otros (falta de transparencia política, diferencias sociales, derecho a la vivienda totalmente inexistente, corrupción, desigualdad frente a la ley, etc…) demuestran la total inviabilidad de la democracia representativa actual.
Por esto pensamos que para solucionar el problema actual es necesario ir a la raíz del mismo. Porque si no lo hacemos así, ¿qué mejoras hacemos al sistema? O, ¿por qué sistema substituimos el actual? Y si hacemos cualquier actualización o mejora del sistema, ¿nos garantizará la independencia política de aquellos que estén al frente del mismo?
La respuesta está clara. Como dijo Alexander Berkman “toda reforma social cuya realización dependa de la ley y del gobierno está ya, por eso mismo, condenada al fracaso”.
Para conseguir el éxito de una revolución social plena, son necesarias unas bases de concienciación y cultura política adecuadas. Una formación específica conseguida con años de educación, autogestión, reflexión, experimentación y debate popular nacidos en el seno de asociaciones, cooperativas, sindicatos y ateneos, con el objetivo de difundir y entender la forma de actuación y la alternativa real al sistema capitalista actual.
Si analizamos la historia del país en el que vivimos, encontraremos el ejemplo más claro de cómo conseguir y avanzar hacia la emancipación de las personas, la autosuficiencia y la independencia de las mismas. Sólo con la autogestión y actuando de forma transversal al actual sistema de gobierno podremos hacer funcionar una revolución social con plenas garantías. Y para esto es necesario hacer mucha pedagogía.
Haciendo una revisión histórica de la primera mitad del siglo XX en España, nos daremos cuenta que la situación social, política y económica actual no es más que la versión moderna, salvando las diferencias temporales y tecnológicas, de la situación de frustración política de la sociedad sobre el gobierno de la segunda república española. El estudio de obras de autores clásicos del anarquismo como Bakunin, Kropotkin, Stirner o Proudhon, o los más cercanos Ferrer i Guàrdia, Federica Montseny o Anselmo Lorenzo, podría ser una manera de consolidar unos cimientos sólidos y un objetivo claro a una “Spanish revolution” sin definición. Aportaria las herramientas básicas sobre las cuáles apoyar un cambio social y político en el momento tan importante que estamos viviendo.
Entonces la propuesta libertaria en este sentido no puede ser otra que ofrecer a todas las “indignadas” las herramientas para la auto educación y la emancipación individual para que la revolución y el cambio empiecen primero en las personas, para que después estas personas la trasladen a la sociedad.
El mundo se transforma cada día a través de las acciones que hacemos o aquellas que dejamos de hacer. Es como tirar de una cuerda. Si nosotros no tiramos juntos hacia un lado, seguro que el Estado tirará hacia el contrario y nos derrotará. La conciencia de clase hay que tenerla muy presente, ya que el Estado sí la tiene.
Juntos podemos conseguir grandes cosas. Pero necesitamos un pensamiento y una idea que mueva y coordine nuestra fuerza. Y esta idea puede ser la anarquía. La utopía soñada por millones de personas en todo el mundo, que han luchado desde que a mediados del siglo XIX los primeros trabajadores de pueblos y ciudades vieron en la “idea” la esperanza de un mundo más justo e igualitario. Y también como hizo toda una generación de trabajadores y campesinos de nuestro país, el mejor y más cercano ejemplo de cómo realizar una real, enriquecedora y verdadera transformación social.